viernes, 31 de agosto de 2012

Crítica: La Leyenda de Korra

Vamos a hablar de una serie que estábamos esperando y temiendo muchos freaks viejos: la secuela de Avatar.

En este caso estamos hablando de una historia completamente diferente. Han habido muchísimos cambios a nivel social y político en el mundo luego de que la Guerra de Cien Años terminara con la derrota del Señor del Fuego Ozai. Aang, junto con el nuevo Señor del Fuego, Zuko llegaron a un acuerdo para la reconfiguración de los colonos de la Nación del Fuego en territorio del Reino Tierra, abriendo una nueva Quinta Nación, la República de las Naciones Unidas, que funciona como nexo diplomático y cultural entre todas las naciones del globo. Su capital es la Ciudad República, una metrópolis nueva en la Bahía de Yue, en un territorio antiguamente en conflicto entre el Reino Tierra y la Nación del Fuego, en el cual ciudadanos de todo el globo y todo tipo de maestros tiene permiso para asentarse.

Esta ciudad es el epicentro de una serie de cambios económicos, sociales y tecnológicos ya que, al ser la sede del Avatar, y permitir la libre interacción de tecnologías y técnicas de todo el mundo, ha visto algo de lo que ya se daban pistas en la serie original: revolución industrial. La nación del fuego antiguamente era la vanguardia tecnológica del mundo al haber utilizado las máquinas de vapor y factorías modernas para mejorar sus posibilidades; el reino tierra, asimismo, sobre todo en la ciudad de Ba Sing Se, había hecho notorios progresos y dado usos imaginativos y creativos a los poderes de los maestros tierra, y en algunos puntos del planeta, investigadores independientes habían utilizado tecnología "pura" (fuera de los márgenes del control elemental) con fines propios: véase por ejemplo al Maquinista en el Templo del Aire del Norte, o incluso a Sokka, miembro del Equipo Avatar original, que debía de alguna manera compensar su falta de poderes, quienes habían inventado (entre otras cosas) los globos dirigibles, dando un enorme paso en la industria.

En cuanto a la historia en sí, han pasado 17 años desde la muerte de Aang, y 70 desde el fin de la guerra. Una nueva Avatar ha surgido desde la Tribu del Agua del Sur, llamada Korra, quien ha sido capaz de manejar tres de los cuatro elementos desde muy temprana edad, aunque ha fallado en manipular el cuarto elemento: el aire. Asimismo, Korra se ha enfocado mucho en el aspecto físico de los poderes del Avatar, ignorando los aspectos espirituales. Para entrenarse, tiene que contar con la tutela del único Maestro Aire que existe por el momento, el hijo menor de Aang, Tenzin. Pero Tenzin tiene un rol muy importante que cumplir en el consejo de Ciudad República, por lo cual no puede permanecer en el Polo Sur. Korra decide, entonces, viajar a la ciudad para aprender sin comprometer al maestro aire, con el apoyo de Katara, madre de Tenzin y viuda de Aang, única superviviente del Equipo Ávatar.

En la ciudad, Korra se verá involucrada en las luchas de poder internas dentro del consejo, una carrera como atleta profesional en el deporte de Pro-Bending (un juego que consiste en luchas no letales entre dos equipos de tres maestros diferentes cada uno), la vida como pupila de Tenzin y una revolución anti-maestros dirigida por Amon, quien tiene el poder de quitar el control de los elementos.

En definitiva, pasan 70 años, y la tecnología está al nivel de la primera mitad del siglo XX, aunque con algunos tópicos de ciencia ficción (concretamente steampunk y dieselpunk… aunque en la primera parte en Ba Sing Se fuera una especie de Bending-punk). Con respecto a esto, hay que recordar que en La Leyenda de Aang ya había una tensión importante entre las antiguas tradiciones (sobre todo en las tribus Agua y buena parte del Reino Tierra) y la revolución industrial de la Nación del Fuego (baste recordar los barcos a vapor, el taladro neumático, las aeronaves, y los tanques), que le da una de las principales ventajas militares a esta nación; los puntos que más resistencia hacían a la Nación del Fuego eran “tecnológicamente” avanzados: Ba Sing Se era una especie de Pekín del Siglo XIX, con trenes de tierra control; y el Maquinista y Sokka eran grandes ingenieros que inventaron propulsiones a gas y numerosas armas.

Los personajes me parecen bien desarrollados, y un poco más adultos que en la primera parte, así como los temas que trata, que en La Leyenda estaban ya correctamente utilizados aunque no eran el foco principal (nuevamente, recordar la intriga política en Ba Sing Se, o la frustración de Sokka por no ser un Maestro). Considero que esta parte hace lo mejor que se puede hacer en estos casos: expandir y hacer evolucionar un ya de por sí muy rico mundo ficcional, crear tramas nuevas partiendo de hilos sueltos de la primera y considerar que el público del mismo ya no es tan infantil. Si fuera completamente un animé, sería un Shonen orientado a jóvenes adultos o adolescentes mayores.