lunes, 9 de marzo de 2015

La fetichización de la Crisis Argentina.

Ok. Después de ver Relatos Salvajes y de ver algunas de las entrevistas realizadas a Szifrón y su elenco, quiero hacer una serie de observaciones:
1) La película es fantástica. Es divertida, oscura y bastante universal. Habla de reacciones excesivas a situaciones degradantes en todos los casos.
2) Odié, ODIÉ a muchos entrevistadores y comentaristas, sobre todo aquellos condescendientes con "Oh, ¿esta película refleja la actualidad de la sociedad argentina? y cosas semejantes. Y ahí está mi descargo: en lo que denominaría la "fetichización de la Argentina en crisis". Cosa que podría llevarse a un punto mucho más general, y sería la mirada condescendiente del mal llamado "primer mundo" hacia Latinoamérica en general.
Claro, la sociedad argentina es una sociedad violenta, clasista y moderadamente corrupta. Ahora, ¿eso es una condición argentina o es una condición bastante más universal y humana? ¿Hubieran hecho esas mismas preguntas si esta película hubiera sido francesa o yankee?
Cuando uno ve algo de prensa internacional (debo admitir, soy lo suficientemente egocéntrico como para ver qué clase de repercusión internacional tenemos), o ve entrevistas a figuras públicas argentinas, siempre nota lo mismo: una "intensa preocupación" por la "situación difícil" de la Argentina. Una de las preguntas que se le hicieron a Szifrón partió de este punto, y siempre se dicen cosas como "pese a las limitaciones de presupuesto" o cosas así "es una gran película". Son este tipo de cosas las que me dan rabia a mí.
Relatos Salvajes no es una película de bajo presupuesto. Tiene a las principales estrellas cinematográficas argentinas en cartelera (Darín y Sbaraglia). Tiene explosiones (en la historia de Bombita y la de los que se pelean en la ruta). Tiene escenografías diversas y bien logradas (el puente en Salta, la casa de San Isidro, el salón lujoso de Érica Rivas, las calles porteñas, e incluso el restaurante de ruta, aunque sea minimalista). TIENE UN AVIÓN ESTRELLÁNDOSE EN UNA CASA.

Y fue producida por Almodóvar, no nos olvidemos.

Es una buena película con buen presupuesto, un blockbuster en toda la letra. Claro no tiene los millones de una película yankee, pero ¿qué película los tiene? Los yankees inflan presupuestos enormemente en su cine, pero es porque lo enfocan como una industria muy lucrativa a nivel mundial, con actores que cobran cuotas hiperbólicas, y efectos especiales absolutamente innecesarios.
Creo que hay un fetiche acá. Argentina no puede ser un país normal. A pesar de ser uno de los países con mayor IDH en el mundo, con una de las poblaciones más capacitadas, más tecnológicamente desarrollados, y mejor educados a nivel mundial, en las perspectivas internacionales (y también muchas nacionales) Argentina tiene que estar en crisis. Es una expectativa normal en el mundo acerca de nuestro país. De alguna manera, Europa y EEUU tienen que ser mejores que nosotros. Y como, honestamente, la pobreza en nuestro país no llega ni de lejos a la de muchos de nuestros vecinos, ni ésta es tan terrible, siempre tenemos que estar "en crisis" o "viviendo una situación difícil", o ser "una sociedad violenta".

Por supuesto, si uno ve la prensa amarilla de siempre, Argentina siempre está en su "peor momento". Además, los argentinos somos extremadamente críticos de nuestro país y del mundo, y somos además muy exigentes con respecto a lo que nos "merecemos como país". Pero, joder, hoy por hoy somos uno de los países más ricos del mundo, y sin tener que explotar a otros (como el "primer mundo"). Tenemos leyes que amparan a las identidades sexuales y de género, y las habilitan para casarse y adoptar hijos. Tenemos universidades, escuelas y hospitales gratuitos. Existen planes sociales para atender a las personas en estados deplorables, se trata el SIDA gratis, y una pareja que no sea rica puede acceder a un tratamiento de fertilidad en caso de no poder concebir. Tenemos una presidente mujer. Y es la segunda que tenemos (por más que la primera haya sido un títere y un desastre).

Tenemos problemas de pobreza, sí claro. Tenemos problemas sociales, ni hablar. Inseguridad, ponele (creo que no es tan grave como se suele pensar, aunque no niego su existencia). Pero si uno se fija en la peli, no es ni a gancho una peli centrada en problemas netamente argentinos, sino universales y tratados al modo argentino: con un cierto humor, un cierto tipo de lenguaje, unas características físicas específicas, pero de todos modos universales, tales como la burocracia, la corrupción, el clasismo, la violencia, la infidelidad. No habla de los temas que habla TN, ni de lo que usualmente hablan los medios internacionales. No aparece el Papa, ni Maradona, ni siquiera una referencia a Perón o a la Dictadura. No es un cliché, es un relato universal. No es una película partidaria.

Argentina tiene una larga tradición política. Una extensa, inabarcable y heterogénea cantidad de discusiones violentas, enconadas, hiperbólicas acerca de la "situación actual". No es un país perfecto, bajo ninguna circunstancia. Tiene sus problemas, y siempre los ha tenido. Algunos cuantos los hemos solucionado bastante (como el machismo inherente de la sociedad, la homofobia, el racismo, el fanatismo religioso, la moral retrógrada), aunque aún tenemos cuentas pendientes con ellos, y tenemos algunas situaciones sociales complejas, como el éxodo hacia las ciudades, la repartición de la riqueza, el clasismo. Pero en lo que va del siglo, hemos avanzado mucho también, a pesar de cualquier gobierno, de cualquier grupo económico.

Dejemos de fetichizar nuestra "situación": no estamos en crisis, ni somos un país poco serio, ni somos tampoco la utopía. Y a aquellos que miran desde afuera, por favor, dejen de lado el paternalismo. No se "preocupen" por nosotros. Preocúpense por ustedes mismos, por cómo ser países ricos sin explotar a los países pobres, por cómo no ser racistas, ni homófobos, ni machistas. Por cómo solucionar sus propios problemas de pobreza.
Y si quieren mirarnos, hagan como Grecia, e interésense por conocernos, así como nuestras experiencias de verdaderas crisis, y los aciertos y errores que tuvimos entonces para salir de ellas. No necesitamos su compasión, necesitamos su respeto.