martes, 31 de julio de 2007

Paratyso argentino



Paraty y Rio de Janeiro. Dos paraísos.


Paraty es una ciudad colonial, muy parecida a Colonia del Sacramento, sólo que nunca fue tomada por españoles y en un paisaje marítimo de ensueño, en medio de varios morros que se adentran en el mar. Ahí me hospedé en un hostel manejado sorpresivamente por argentinos, que por compatriota me rebajaron el precio. En el hostel Augusto hubiera enloquecido: Kayaks, bicicletas, pool y ping-pong gratis. La ciudad le hubiera fascinado al Gordo padre, por su semejanza con la Colonia de Uruguay, y a mí por muchas causas, principalmente musicales. La bahía en la que se encuentra fue escenario de numerosas batallas navales, y fue el primer puerto para Europa proveniente de Minas Gerais, pero fue desplazado principalmente en favor de Angra dos Reis, con la favorable consecuencia de que la ciudad permaneciera casi intacta al paso de los siglos, lo cual la volvió un centro cultural de bastante importancia, por lo que allí se realizan numerosos eventos artísticos (conciertos en los bares, concursos y festivales literarios, festividades como el Bloco da Lama), todos en el centro histórico. La ciudad en sí no es tan bonita como Colonia, pero el marco natural la vuelve impresionante.


En el hostel conocí a un escritor francocanadiense, todo un personaje, que estaba en Brasil escribiendo un libro que de publicarse según sus planes le permitiría comprarse un velero para vivir. También por supuesto trabé amistad con los argentinos que moraban allí, con la consecuencia de que me invitaran a comer lechón, y por último a un par de españoles muy simpáticos (son una pareja y ella le lleva a él ocho años... los entendidos en el tema que se guarden comentarios) que me pasaron la data para otro en Río, mucho más barato que los demás (R$ 19 la noche). Ahora estoy en Río. En otro momento les cuento...





viernes, 27 de julio de 2007

Abraços Gratis


São Paulo es una GRAN ciudad. Hoy estuve recorriendo toda la ciudad (una de las más grandes del mundo... y una de las más contaminadas también), si existe una palabra para definirla es: CAOS. Es extremadamente fácil perderse, pero perderse puede ser también grato, y la gente no tiene problemas en dar indicaciones. Antes que nada, debería desmentir todos los mitos que corren sobre Brasil, como por ejemplo, que es peligroso. Nada de eso. No más que cualquier ciudad de Argentina; otro es que la carne es mala. Tampoco, es tierna y rica como en Argentina. Otra es que a los argentinos no nos quieren, y también es falso, nunca encontré gente más amistosa, abierta y hospitalaria.
En fin, acá hay muchas cosas muy curiosas: la primera, es que la oferta cultural de São Paulo es increíble, mucho mayor que la de cualquier ciudad en la que haya estado. Y lejos, está el museo de arte moderno, el Teatro Municipal (bellísimo), sede de la Semana de Arte Moderno de 1922; la pinacoteca (impresionante) y la Avenida Paulista, el mayor centro económico de América Latina (incluida Canadá), llena de rascacielos; pero nada de esto me impresionó tanto como una pequeña manifestación cultural en la Avenida Paulista: muchas personas con la cara pintada y carteles que decían "abraços gratis"! Estas personas, previsiblemente, se acercaban y abrazaban a cuanta persona se encotrara curiosa con su cartel. Una idea importable a Argentina, sin duda alguna.
Saludos

Diario de Viaje 3: São Paulo


Hola, Bona Gens. Aquí estoy, después de tres días de ruta, en São Paulo. Es una ciudad MUUUUUUUUUUUUUUUUUUY grande (tiene cerca de treinta millones de habitantes), y es la capital cultural de Sudamérica. Por el momento estoy parando en la casa de mi amigo Marcus, un brasileiro que me está guiando y sirviendo de traductor, y con el que viajamos juntos desde Rosario.

Brasil es distinto. Las calles son muy diferentes a las de Argentina, la gente es muy simpática y amable, y se come muuuuy bien y muy barato. A la gente le preocupa mucho su alimentación, y comen muchos porotos y arroz, más que un estudiante argentino en La Plata!! En cualquier lugar se puede comer por entre 4 y 7 reales, tenedor libre.

Por ahora me cuesta bastante hablar en portugués, pero en breve sé que voy a terminar aprendiendo (espero).

Bueno, Gens. En una semana vuelvo a la Argentina, y los veré allí. En breve voy a hacer otro post. Saludos

martes, 24 de julio de 2007

Diario de viaje 2


Ya partí de Rosario, la ciudad que me hizo señtir un aburrido pueblerino. La verdad es que caminando por la costanera me dí cuenta de que es una gran ciudad, muy distinta de La Plata aunque con un aire similar, ¡hasta tienen una casa de la poesía!

En el hostel conocí a muchas personas: varios marplatenses, un mejicano loco, varios brasileños, dos ingleses, un francés y algunos porteños; así que terminé por viajar con un brasileño muy simpático, de San Pablo, que ya se está volviendo. Hoy estoy en Iguazú, y mañana voy a conocer las cataratas antes de ir a Brasil definitivamente. Hoy hay fiesta!! Manténganse leyendo, así saben de mi vida.


Éstos son Fernando, Marcus, y Rígel (los dos primeros brasileños y el tercero es mejicano)

domingo, 22 de julio de 2007

Diario de viaje 1



Heme aquí, otra vez de viaje. Hoy estoy en Rosario, una ciudad muy bella y afamada por sus hermosas mujeres. Ayer tuve el gusto de comprobar la calidad (aunque el difícil acceso) de las rosarinas. Estoy en un Hostel, con mucha gente de todos lados: hay ingleses, un francés, dos mejicanos, muchos brasileños y muchos marplatenses. La mayoría ahora está durmiendo, porque el alcohol corre como agua y la resaca se adueña de las cabezas y estómagos de la mayoría. Como yo no bebí tanto, bueno, estoy en pie.

Todavía no recorrí mucho la ciudad, sólo el trayecto desde la terminal de micro hasta el hostel, que son aproximadamente unas veinte cuadras, pero todavía ni siquiera fui al río. En fin, eso vendrá en breve. Mañana o pasado ya voy a rumbear para Brasil, y ahí voy a ser un poco más detallado.

Saludos

sábado, 14 de julio de 2007

Aclaraciones y disculpas


Hola, gente. Hago este post para aclarar ciertas cosas y presentar de forma adecuada el blog, así como para pedir disculpas por el tono un poco belicoso y airado de algunos comentarios. Éste blog se llama "El Perro del Mar", como un chiste que quienes me conocen sabrán identificar, y yo soy Esteban Ruquet, un jovenzuelo universitario con aires de escritor tragicómico.

En este blog se podrán encontrar sobre todo narraciones ficcionales breves (cuentos y semi ensayos) escritos por mí (aunque en un futuro podrían aparecer otras personas). Todos mis posteos son al menos en parte ficcionales, aún aquellos que se derivarían de la parte ensayística, y en muchos de ellos aparece una suerte de humor irónico o absurdo, así como en casi todas las secciones del blog (etiquetas, perfil, imágenes).

Es recomendable, entonces, estar alerta a este tipo de cosas. Al ser ficcional, no debería interpretarse de una forma literal todo aquello que se narra, a riesgo de caer en el error de considerárseme aún más esquizofrénico de lo que ya soy. Todos los textos responden a estados emocionales un poco extremos, pero a los cuales se les suma una honda reflexión previa. No digo con esto que mis reflexiones sean acertadas, muchas veces ni yo mismo estoy muy de acuerdo con lo que planteo (¿esquizofrenia o debate interno?), o lo que pienso.

Particularmente, con respecto a Reflexiones I Y Visiones, son completamente ficcionales e irónicos. Son textos surgidos del personaje-desdoblamiento de mi personalidad llamado "Franco Rocafirme", que vendría a ser como un alter ego violento y maniqueo, carente de moral en forma absoluta (en breve voy a publicar "la maldad vestida de blanco", un texto firmado por él. Con respecto al anónimo que me llegó: nuevamente, no sé quién es, aunque puedo hacer conjeturas. Calibrando los tiempos de difusión, la crítica y la ortografía, debe ser alguien del grupo de amigos, descartados Rho y Fede, que ya me han dejado comentarios firmados, y no tienen problemas en hacerlo. El comentario "ya sabés quién soy" me descolocó un poco, sobre todo porque hay mucha gente que me conoce, y debo reconocer que me pareció un poco ególatra (cómo podía yo saber quién era?), pero por intuición podría sacarlo. Alguien a quien no le gusta figurar, pero que sin embargo tiene en cuenta que es alguien de alguna importancia para mí, la suficiente como para captarla al vuelo (y digo captarla porque estoy casi enteramente seguro desde el principio de que se trata de una mujer), y además es alguien que no tiene problemas en discrepar conmigo, sin automáticamente despreciarme. Es bastante entretenido para mí esto de descifrar, sepan disculpar. Todas las flechas apuntan automáticamente a un nombre de cinco letras empezado con L... :) Gracias por comentar, de cualquier manera. Sé apreciar esto, y miren, dediqué todo un post a ese comentario.
Saludos, Esteban

lunes, 9 de julio de 2007

La Esquina, Parte II

2[FRACASO]

Evidentemente, allí no lo hallaría. Entró a una clase de Historia Argentina Contemporánea y se olvidó del problema.
Su día transcurrió normalmente, sin mayores sobresaltos, hasta la hora en que debía encontrarse con su novia. Ella era delgada y hermosa, una mujer delicada, fina, que hacía buena pareja con él. No discutían casi nunca, trataban de mantener la paz y la pasión, pero él, sin embargo, ya no aguantaba la relación. Se sentía culpable, pues sabía que el fallo era suyo, pero tuvo que cortar la relación.
Cuando terminó de hablar y vio a Adriana llorando, se sintió vacío, inútil y cruel. Años de espera por una mujer habían sido inútiles. Se sintió un desagradecido, un estúpido. Había fallado, y todo el tiempo que consumió en su pasado penando por amores imposibles se le reveló carente de sentido. Toda su fugaz existencia anterior le pareció vana.
Pero ahora tenía un propósito en el presente. Debía encontrar al dueño de aquel nombre que lo obsesionaba, y su vida iba en ello. Cansado, se fue a dormir.

CONTINUARÁ...

La Esquina Parte I

La esperanza es, lamentablemente, lo último que se pierde.
Taller Literario de I-telpe, 2003



1
[NEONATO-ENUMERATO]


-¡Gôcharre!- gritó Sebastián al despertar a la luz. Una ligera amnesia lo atrapó al momento, y se revolvió en su cama (o al menos, le parecía que era suya) pensando en el nombre que había dicho.
-Gôcharre, Gôcharre, tengo que buscar a Gôcharre- pensó, aunque en realidad no supiera bien por qué hacerlo, ni quién era este tipo, pero la certeza de que debía hacerlo era inmutable. Sabía, eso sí, que al encontrar a ese hombre, su existencia cobraría un sentido nuevo, con un pleno significado para él. Claro que él no sabía que el mero propósito de su existencia era esa misma búsqueda.
Lentamente, fue recuperando ciertos recuerdos de su pasado: imágenes fugaces que aparecían como nuevas en su mente, alojándose permanentemente allí, para operar en su conciencia y subconsciencia. Entre esas imágenes aparecían la figura de una mujer joven, aunque más grande que él, a la cual enseguida reconoció como su madre; vio también la figura de un niño atormentado por la enfermedad, luchando incesantemente por su vida, y se reconoció en él; vio a un hombre delgado, barbudo y pelilargo, perennemente vestido de negro, y supo que era su padre; vio a este mismo padre morir por la misma enfermedad a la cual él mismo había vencido finalmente tras años de lucha; vio un cementerio verde y una lápida blanca con su nombre. Vio muchos más indicios de una vida pasada, y fue incorporándolos rápidamente a su yo, sabiendo que sólo le pertenecían a él.
La puerta sonó con un ligero toc-toc, y por allí vio entrar a su hermano mayor, Ezequiel.
-¿Pasó algo, Seba? ¿Por qué gritaste?
-No sé. Debe haber sido un sueño- esas palabras parecían las primeras que pronunciaba en voz alta, porque las emitió en un ininteligible balbuceo.
-¿Qué?
-¡Que no me pasa nada, sordo! ¡Rajá que estoy en pelotas!
-¡Bueno, che! ¡Qué carácter de mierda, loco!
Cuando Ezequiel se fue, Sebastián se levantó, y sintió el contacto del piso frío de baldosas rojas en sus pies descalzos. Fue caminando hasta el ropero, aspirando pausadamente el aire fresco que entraba junto con el sol matutino y unas hojas del árbol vecino por la ventana abierta. Respiraba lenta, concienzudamente, disfrutando de cada nueva oleada de aire puro que inundaba sus pulmones, oxigenando su sangre y aclarando su mente.. Su cuerpo desnudo pedía calor, así que se vistió rápidamente.
Vivía en un primer piso, en un edificio antiguo, hermoso aunque descuidado, junto con su hermano mayor, ya que sus estudios así lo requerían.
Se rascó la cabeza, y salió al comedor del departamento, a buscar algo para desayunar.
-Mondongo. ¡Qué asco!
Eso era lo único que había en toda su casa: un asqueroso guiso de mondongo. Entonces recordó que eso había comido su hermano la noche anterior, y se vio a sí mismo rechazándolo, causa de la languidez que sentía. Siempre había odiado el mondongo: su consistencia gomosa, los miles de “pelitos” estomacales de la vaca, el olor inmundo, y el color amarillo pálido le daban una inmensa similaridad con un vómito viejo y reconcentrado.


Tenía hambre, así que agarró cinco pesos y se fue a desayunar por ahí. Caminó unas pocas cuadras bajo el frío clima de la ciudad, andando por calles arboladas sin pensar en nada en particular, y vio en una librería una escena que le llamó la atención: una chica muy linda gritándole como una desaforada a un empleado joven. Mirando la escena desde afuera, estaba una chica rubia bastante bonita, de ojos verdes. Considerando sus posibilidades, decidió seguir caminando.
Al fin llegó a una cafetería, y se pidió una lágrima con medialunas. Mientras esperaba, vio algo que, no supo por qué, pero le llamó la atención. Una casa.
Nada tenía de particular esa casa. Era antigua, como muchas de la ciudad, y estaba bien conservada. Ese no era un hecho digamos extraordinario, había también muchas otras casas así en la ciudad. Sin embargo, ésa en particular lo atraía poderosamente, como si una suerte de flujo místico lo envolviera. Permaneció así estupidizado mirando la casa varios minutos, hasta que un hombre joven, abrazado a dos jóvenes muchachitas entró al edificio, rompiendo el hechizo.
-Le traje el café, señor.
-Uy, disculpame, flaco. Gracias.
-No hay de qué.
Desayunó opíparamente, y sintió el calorcito interno de la placidez avanzar por su cuerpo. Así, sus pensamientos volvieron hacia el nombre que debía buscar. Consideró todas las posibilidades y opciones para comenzar su búsqueda y se quedó con la más obvia: la guía de teléfono. Iluminó esta simple idea su cabeza, y se levantó repentinamente de su asiento, casi tirando todo, para ir rápidamente a un locutorio.
Mientras caminaba, miró a su alrededor. Veía cientos de personas haciendo diversas actividades: caminando, leyendo, vendiendo baratijas a precios mínimos, vio kiosqueros, banqueros, niños, estudiantes, obreros, farmacéuticos, bibliotecarios, becados, secretarias, abogadas, juezas, modelos, arquitectas, artista, actores, actrices, panaderos, empleadas, gente hablando por teléfono, gente charlando amablemente, vio hombres seduciendo mujeres, mujeres seduciendo hombres, vio a una pareja de novios, a una pareja de lesbianas pelirrojas muy jóvenes, a un dúo de gays viejos y pelados, varios cientos más de hombres y mujeres, amigos y enemigos, malos y buenos, inteligentes y estúpidos, intelectualoides y teleadictos, cada uno con su propia historia, con sus propias relaciones grupales e individuales. ¿Qué impulso secreto llevaba a un hombre a usar una bufanda roja, buzo verde y jeans azules? ¿Qué llevaba a esa morocha bajita a usar un saco bordó oscuro y el pelo lacio sobre los hombros? ¿Qué conducía a ese joven a ir rapado y con barba? O a ese otro, todo vestido de negro, a manejar su destartalada bicicleta verde con una inmensa mochila sobre sus hombros. Cada uno probablemente poseía sus propios motivos y razones, su propia historia para contar, su mundo personal. Se sintió abrumado y desesperado, como en una enorme biblioteca a la cual sólo podía entrar por unas horas, cuando no le alcanzaría una vida para leer todos los libros. Quería conocerlos a todos, pero no podía. Conocería a un par de personas, quizás a unos cientos, pero no a todos. Ni siquiera a una mayoría. El pensamiento elitista de que a la gran mayoría no valía la pena conocerlos lo consoló un poco, pero no consiguió esquivar la pregunta de si habría un gran dios que conociera todos los caminos, todas las infinitas posibilidades y las igualmente infinitas posibles relaciones.
Él tendría que vivir su vida en la oscuridad. Debía dejar todo aquello de lado, confiando o no en que algo habría que recogería todos esos fragmentos de realidad, y en lugar de preocuparse por historias ajenas debía vivir la que le era propia. Salió a la luz del mundo para volver a sumirse en las sombras del locutorio.
Pidió allí una guía telefónica y buscó Gôcharre en cada guía que le dieron. Encontró Gagliardi, Galiardo, Gallardo, Galli, Galman, Gallo, Galo, Gantz, Garezno, Garófalo, Garompa, Gato, Gatti, Gauguin, Gea, Gelleus, Gelet, Gelman, Gemma, Genma, Gepetto, Germán, Gerschwitz, Getto, Giangrante, Gigante, Gil, Giménez, Girondo, Godot, Godoy, Gogó, Gogot, Gómez, González, Gorompa, Guatson, Guido, Güiraldes, Gulevano, Gulián, Gulli, Gustavo, Gustávez, Gutiérrez, Guttinger, Guzmán, Gwaka e incluso Gweir, y muchos nombres más; pero Gôcharre no aparecía. Gôcharre no existía.


CONTINUARÁ...