viernes, 15 de noviembre de 2013

'Los desposeídos', la hipocresía y la libertad. -Incompleto.-

Ok. Acabo de terminar de leer Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin, y a pesar de mis prejuicios contra la autora (me había aburrido de sobremanera la saga de Terramar), creo que me causó un enorme torrente de cuestionamientos y preguntas internas, por no decir un considerable shock cultural.
Breve reseña para los que no lo han leído: Los desposeídos es una novela de ciencia ficción blanda, y con esto no quiero decir que descuide la parte científica, sino que definitivamente no es su prioridad (probablemente esto sea un punto fuerte; ¿alguno recuerda la impresión anacrónica y ridícula que dan las supercomputadoras de Asimov?), sino que se interesa más en una historia a contar. Y vaya historia. Dos mundos contiguos: Anarres y Urras, en el sistema Tau Ceti, enfrentados ideológicamente. Anarres es, esencialmente, una antigua colonia minera de Urras, su "luna" de un tamaño similar al propio planeta. Ciento setenta años antes del momento de la historia, Anarres fue otorgada a una facción revolucionaria: los odonistas, anarquistas libertarios que protagonizaron una encarnada lucha de clases en el planeta natal, concretamente en la nación de Ao-Ío. Casi doscientos años después, un científico anarresti viaja como invitado de Ao-Ío a Urras, ya que ha desarrollado una teoría temporal que puede ayudar a suprimir el tiempo y el espacio y lograr comunicaciones instantáneas interestelares. Pero desencadena una serie de reacciones

La novela es lenta, pero progresa, y va desenvolviendo una complejidad notoria.

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