Quizás pasó demasiado tiempo para reactivar el blog. Mucho tiempo perdí con materias inútiles y prescindibles que al final voy a rendir libres. Mucho tiempo ocupado en autores intrascendentes a largo plazo. Desperdicié mucha materia gris en aprender cosas irrelevantes a futuro, o al tratar de adelantarme -medio a los apurones por una carrera cuyas pretensiones son muchas veces absurdas- a escritos y a teóricos para los cuales no tengo tiempo ni ganas.
Los exámenes literalmente enferman a los alumnos. Los porfesores exigen cierta cantidad de conocimientos absurdos y laterales como si fueran esenciales, y lo peor es que no le ponen onda. Agotamos nuestro tiempo universitario en lecturas inútiles, ególatras, discusiones estériles entre filósofos y teóricos franceses que no adolecían del puterío de oficinas, mientras se criticaban y usaban sus escritos para atacarse y ganar un mayor prestigio en un campo intelectual (con perdón por utilizar una de las categorías preferidas propia de estos ámbitos) prescindible.
Los verdaderos temas, las verdaderas interrogaciones que se hace uno terminan por morir en una tertulia entre amigos, sin llegar a nada.
Pocos profesores (que están en otra, verdaderamente) están dispuestos a compartir dudas, interrogaciones generales, preguntas metafísicas o fundamentales para nuestras carreras o vidas. Mi agradecimiento va hacia ellos. Los otros perdieron el rumbo, se volvieron tediosos y académicos, rigurosos formalistas sin fundamentos. Especialistas.
Los otros ámbitos de la vida que me mantuvieron un tanto enajenado fueron mi burocrático, serpentil, absurdo trabajo oficinesco -que nadie me lo niegue, que coser expedientes es para monos o máquinas, no para seres humanos-. Un trabajo corto, bien remunerado y frustrante. Llena de la peor gente posible: conformistas mediocres clase media, incoherentes opinólogos de la basura.
Además, aprendí que las mujeres son mujeres en todos lados. Aunque las francesas resulten por momentos más interesantes y simpáticas, tienden a ser tan frustrantes como cualquier otra. Calculo que debe ser consecuencia de una macrocultura judeo cristiana, machista o simplemente forra de la condición humana. No lo sé. No lo comprendo -a veces es mejor decir que no se comprende para desligarse de la necesidad de emitir juicios erróneos-.
Desconozco, no comprendo. Perdí un poco el tiempo, pero apuré las cosas. Quizás ahora la pase un poco mejor, puedo leer más, escuchar más, vivir más.
Veremos. Sería interesante revivir el blog. Sería interesante volver a escribir. Veremos.
Los exámenes literalmente enferman a los alumnos. Los porfesores exigen cierta cantidad de conocimientos absurdos y laterales como si fueran esenciales, y lo peor es que no le ponen onda. Agotamos nuestro tiempo universitario en lecturas inútiles, ególatras, discusiones estériles entre filósofos y teóricos franceses que no adolecían del puterío de oficinas, mientras se criticaban y usaban sus escritos para atacarse y ganar un mayor prestigio en un campo intelectual (con perdón por utilizar una de las categorías preferidas propia de estos ámbitos) prescindible.
Los verdaderos temas, las verdaderas interrogaciones que se hace uno terminan por morir en una tertulia entre amigos, sin llegar a nada.
Pocos profesores (que están en otra, verdaderamente) están dispuestos a compartir dudas, interrogaciones generales, preguntas metafísicas o fundamentales para nuestras carreras o vidas. Mi agradecimiento va hacia ellos. Los otros perdieron el rumbo, se volvieron tediosos y académicos, rigurosos formalistas sin fundamentos. Especialistas.
Los otros ámbitos de la vida que me mantuvieron un tanto enajenado fueron mi burocrático, serpentil, absurdo trabajo oficinesco -que nadie me lo niegue, que coser expedientes es para monos o máquinas, no para seres humanos-. Un trabajo corto, bien remunerado y frustrante. Llena de la peor gente posible: conformistas mediocres clase media, incoherentes opinólogos de la basura.
Además, aprendí que las mujeres son mujeres en todos lados. Aunque las francesas resulten por momentos más interesantes y simpáticas, tienden a ser tan frustrantes como cualquier otra. Calculo que debe ser consecuencia de una macrocultura judeo cristiana, machista o simplemente forra de la condición humana. No lo sé. No lo comprendo -a veces es mejor decir que no se comprende para desligarse de la necesidad de emitir juicios erróneos-.
Desconozco, no comprendo. Perdí un poco el tiempo, pero apuré las cosas. Quizás ahora la pase un poco mejor, puedo leer más, escuchar más, vivir más.
Veremos. Sería interesante revivir el blog. Sería interesante volver a escribir. Veremos.
1 comentario:
q bien q pusiste lo de aturdidas y enojadas.
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