Homeless, vagabundo, invitado, compañero. Me temo que me he quedado sin espacio en el mundo, y aunque hay gente que me rodea, pocas personas pueden entender lo profundo de mi dolor al haber perdido mi lugar.
Porque no era sólo un lugar. Eran también mis amigos todo el tiempo en casa, mis soledades personalmente desfrutables, y sobre todo, mi música.
La música me habla en un lenguaje que puedo entender, un lenguaje que no necesita la doble y puta articulación del lenguaje humano para emocionarme. Ciertas notas, sonidos e instrumentos me pueden muchísimo más que una palabra a tiempo. La música me emociona de una forma que no puedo explicar con palabras, porque necesitaría componer una canción para describirla. Y no soy músico. Y no tengo lugar para escucharla.
La música es mi primer y va a ser mi último amor. Espero que alguien comprenda, alguien se apiade, alguien que no sea de este mundo y que me transporte a un mundo de puro sonido armónico.
Saludos.
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